Mes: abril 2020


On / by Walter Silva / in Distonia Focal del Guitarrista

¿Cuánto tiempo me llevará recuperarme de la DFM?

Esta es una pregunta que, todos los que hemos padecido distonía focal del músico o aquellos que aún la padecen, nos hemos hecho en algún momento.

Yo encontré la respuesta en esta parábola:

DOS DÍAS MÁS PARA LLEGAR AL MONTE WU-T’AI

Hace tiempo, en T’ang China, había un viejo monje que iba de peregrinación al Monte Wu-t’ai, la morada de Manjusri, el Bodhisattva de la Sabiduría. Anciano y débil, caminaba a lo largo del polvoriento sendero solo, pidiendo limosna por el camino. Tras largos meses, una mañana miró fijamente hacia arriba y vio la majestuosa montaña en la distancia. Al borde del camino, había una mujer mayor trabajando el campo. “Por favor dígame,” le preguntó, “¿cuánto más debo continuar hasta llegar al Monte Wu-t’ai?” La mujer simplemente le miró, profirió un sonido gutural y volvió a su azada. Él repitió la pregunta una segunda y una tercera vez, pero seguía sin haber respuesta.

Pensando que la mujer debía ser sorda, decidió adelantarse. Tras haber dado una docena de pasos, oyó a la mujer decirle, “Dos días más, le llevará dos días más.”

Algo molesto, el monje respondió, “Pensé que era sorda. ¿Por qué no me respondió a la pregunta antes?” La mujer respondió, “Usted hizo la pregunta mientras estaba parado de pie, Maestro. ¡Tenía que ver cómo de rápido era su paso, cómo de decidido su caminar!”

Con el camino hacia la recuperación de la DFM sucede algo parecido. La ayuda y la guía adecuada llega a nuestras manos, sólo cuando contamos con la determinación y la constancia para conseguirlo.

On / by Walter Silva / in Distonia Focal del Guitarrista

La esclavitud del sonido nos hace “sordos del cuerpo”

Si te estuvieras quedando sordo, ¿cómo crees que afectaría esto en la práctica de tu instrumento?

¿La respuesta resulta bastante obvia, no?

Imprecisión en la afinación, ausencia de matices y dinámica, tendencia a tocar todo muy fuerte, escasez de recursos tímbricos y todo tipo de carencias derivadas de una pobre discriminación auditiva.

¿Y si te dijera que hay músicos que padecen de un tipo de  sordera que no es auditiva, qué dirías?

Desgraciadamente, los músicos nos volvemos esclavos del sonido y nos olvidamos de ese sexto sentido llamado propiocepción, que juega un rol fundamental en la ejecución de los movimientos tan precisos que realizamos con nuestras manos sobre el instrumento.

Las sensaciones internas, es decir la información que llega a nuestro cerebro procedente de nuestros músculos, tendones y ligamentos y constituye el sentido cinestésico, llamado propiocepción.

Esto sucede gracias a los innumerables sensores que tenemos en nuestros músculos, tendones y ligamentos.

Cuando estamos tocando, todo nuestro sistema nervioso está involucrado.

Básicamente, lo que ocurre es lo siguiente:

La corteza frontal es como el director de una orquesta y sus órdenes se transmiten a la corteza motora; posteriormente son coordinadas por centros subcorticales donde las posturas se ajustan, y finalmente pasan a la médula de donde surgen las neuronas motoras periféricas.

Todas estas acciones elementales son corregidas gracias a un flujo de información visual, auditivo y sensorial que permite el ajuste del tono muscular preciso.

Las vías sensoriales están vinculadas a la regulación de la función motora en todos los niveles del sistema nervioso. La mano, en particular, posee innumerables receptores sensoriales diseminados en la piel, tendones y articulaciones, que recopilan información del exterior y del interior del cuerpo.

Los exorreceptores son los sensores de la piel, es decir los del tacto y los propioceptores son los que describen la posición y el desplazamiento de cada segmento de la mano en el espacio y nos proporcionan la información necesaria para coordinar los movimientos que realizamos y para el conocimiento del grado de tensión muscular.

¿Qué sucede entonces cuando no escuchamos lo que sucede dentro de nuestro cuerpo como es debido?

Pues, que nos convertimos en “sordos propioceptivos”.

Cuando las percepciones internas son imprecisas y se escapan a nuestra consciencia los resultados musicales son peores y a pesar de su falta de efectividad nos aportan una falsa sensación de seguridad, de forma que nos acostumbramos a ellas y nos sentimos incómodos cuando se nos pide que las modifiquemos

Esto responde al fenómeno de habituación.

Este tipo de sordera consiste en un deficiente procesamiento sensorial, que nos lleva a emplear una fuerza y una energía mucho mayor de la necesaria para tocar nuestro instrumento.

Esto repercute negativamente en los resultados tanto técnicos como musicales y, con el tiempo, puede llevarnos a desarrollar diferentes tipos de lesiones, entre ellas, la DFM.

La distonía focal del músico nos mantiene en un loop de repetición del síntoma, que responde a un proceso de retroalimentación constante, relacionado con una propiocepción errónea.